familia2

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viernes, 5 de febrero de 2016

EL PARTO DE JEFA INDIA

Como ya os conté, el parto de Jefe Indio fue una caca. No me culpo por ello, fue así y ya pasé página hace muchos años. Además la vida me ha regalado otros dos partos preciosos. El de la Pequeña ya os lo conté y hoy voy a contaros el de mi Mediana.

A pesar de haber tenido un parto malísimo con el mayor, no me planteé parir en otro hospital. Era lo más cómodo y lo que todo el mundo esperaba que hiciera. Además, en esos momentos mi ginecóloga era algo así como una salvadora que había conseguido que pariese en vez de ir a cesárea.

Tuve un segundo embarazo buenísimo a pesar de no dormir casi nada porque Jefe Indio decidía desvelarse a las cuatro de la mañana noche sí y noche también. En su embarazo, en la semana 34 me subió bastante la tensión pero cuando me dieron la baja ésta se mantuvo, alta pero sin picos excesivos.

Con Jefa India también me subió la tensión y mucho. Y a pesar de coger la baja no se estabilizó. A partir de la semana 35 me tomaba la tensión a diario (unas tres veces tuve que ir a Urgencias) y me hacían analítica de sangre y orina todas las semanas. Estaba todo controlado pero aun así en la semana 37 me hablaron de inducir a la semana siguiente. Y yo acepté. Acepté convencida de que una inducción en un hospital privado terminaría siendo cesárea. 


Así es que el 7 de Octubre de 2011, después de monitores y consulta con mi ginecóloga, ingresé por Urgencias en el hospital. Jefe Indio estaba con mis padres y le llevaron a casa de mis suegros para que mi madre pudiera venir al hospital. Sólo quería que estuvieran allí mi Gran Jefe y mi madre. Los demás ya vendrían a conocer a Jefa India cuando fuera el momento, que yo pensaba que sería al día siguiente. Después del parto tan largo y duro que había tenido con mi mayor, imaginaba que éste sería por el estilo.

A las 13:00 más o menos me subieron a la habitación. Enseguida vino una enfermera a ponerme una vía para comenzar con la inducción. A los cinco minutos vino la matrona a presentarse y explicarme cómo iba a ser el proceso. Era encantadora. Yo estaba muerta de miedo y me disculpé incluso y la puse en antecedentes: "Es que tengo un umbral del dolor muy bajo (palabras de la matrona del parto de Jefe Indio)". Me contestó que no me preocupara por eso, que íbamos a ir a mi ritmo y muy despacito. No me exploró y me dijo que intentara andar todo lo que pudiera para que las contracciones fueran apareciendo con la ayuda de la oxitocina. Y eso es lo que hice, habitación para arriba y para abajo con mi gotero en mano. Así estuve un par de horas, con unas contracciones suaves que me daban tregua para respirar y coger fuerzas.

Sobre las 15:oo, la matrona volvió. Como me fastidia no acordarme de su nombre... Me pidió permiso para explorarme y se lo di. La cosa marchaba bien, ya estaba dilatada de 3 cm, y a partir de aquí la cosa iría más rápido. Me comentó que las contracciones serían más efectivas si rompíamos la bolsa. A pesar de la experiencia en el parto del mayor, accedí. Hoy por hoy no se si diría que sí, pero en esos momentos confiaba tanto en ella que accedí. Con mucho cariño y cuidado rompió la bolsa y al cabo de una hora más o menos las contracciones se hicieron insoportables. La llamé y le pedí la epidural. Enseguida vinieron a por mí para llevarme a poner la epidural. Entre medias recuerdo que entró un enfermero a tomarme la tensión. Me vio de pie apoyada en la cama y me preguntó "¿Estás bien?" Yo se que lo hizo con buena intención, pero estas cosas no se deberían preguntar en medio de un parto. "No, me muero de dolor con cada contracción" le dije con mi mejor cara de asco. Menos mal que enseguida vinieron a por mí y me pusieron la epidural.

Cuando volví a la habitación, la matrona me dijo que me pusiera de lado, que la niña seguía un poco alta y así la ayudaríamos. Aquí perdí la noción del tiempo. Sólo recuerdo a Gran Jefe acompañándome y dándome ánimos. La epidural no terminaba de hacer efecto y las contracciones dolían mucho. Sobre las 17:30 empecé a tener ganas de empujar. La matrona vino y me pidió permiso para explorarme de nuevo. Accedí. Estaba en completa y me dijo que empezara a empujar cuando tuviera ganas para que Jefa India fuera bajando. Y eso es lo que hice. Al cabo de una hora sentí que ya casi había llegado el momento. La matrona volvió a la habitación y al verme me dijo que nos íbamos al paritorio. Mi marido no se lo creía y ella le invitó a tocar a la niña. Yo también lo hice y eso me dio la fuerza que necesitaba. Me dijo, "¿Ves? Ya está aquí... Podrías tenerla hasta en la habitación" Y yo le dije, "Y ¿por qué no?" Pero los protocolos son los protocolos y en hospital privado se pare en el paritorio y con un ginecólogo presente.

De camino al paritorio el celador me dijo que no empujara. Obviamente no le hice caso. Y él siguió insistiendo. Le dije que la matrona me había dicho que empujara cuando tuviera ganas. Él me contestó y menos mal que apareció la matrona, que si no, nos enzarzamos en una discusión en pleno parto. Una vez dentro del paritorio y con la matrona solamente seguí empujando. Mi ginecóloga no llegaba. Sentí que me rompía y al siguiente empujón nacía mi Jefa India, sin ginecóloga que me salvara la vida, sin ayuda de la matrona, sin maniobras extrañas. Allí sólo estábamos la matrona, mi marido y yo. Y en segundo plano, esperando discretamente la pediatra. Cogí a mi niña y la puse en mi pecho. Ella me miraba con los ojos de par en par. Yo lloraba sin parar llenándola de besos. Mi marido nos besaba a ambas. Y ahí lo entendí todo. Podía parir y no necesitaba ayuda de nadie, sólo un buen acompañamiento. Me sentí tan poderosa. Es una sensación que me acompañará toda la vida. Eran las 19:15 de la tarde.

A los 10 minutos apareció la ginecóloga, me cosió un pequeño desgarro tras expulsar la placenta  y revisó que todo estuviera bien. Mi niña seguía en mi pecho y yo me sentía feliz. Volvimos a la habitación los tres y la enganché al pecho con ayuda de la matrona. Como sabéis esta lactancia fue un fracaso también pero su parto fue estupendo.




Gracias por leerme.

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