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jueves, 31 de diciembre de 2015

ADIÓS 2015 Y GRACIAS

Último post de este año...

Como ya os conté en mi anterior post, me encanta la Navidad y si tuviera que quedarme con una de las fiestas me quedaría con la de Nochevieja. Podéis leerlo aquí. Me gusta mucho el 31 de Diciembre por eso de hacer repaso a las cosas buenas que han ocurrido durante el año y hacer "borrón y cuenta nueva" con las cosas malas. Y como este año me he animado a empezar el blog (una idea que llevaba rondándome por la cabeza mucho tiempo) he pensado que una buena forma de despedirme del 2015 es contar aquí los mejores momentos que me ha regalado el año. No me enrollo más y os los cuento.

Estos son mis mejores momentos del 2015:

- El nacimiento de Pequeña India. Después de un embarazo poco agradable y con alguna que otra preocupación que ya os contaré algún día, mi Número 3 nació un 15 de Febrero, con 3´700 Kg y más sana que una manzana. Quizá suene cursi pero no me olvidaré nunca de la primera vez que nos miramos a los ojos. ¡Gracias Pequeña India por venir a completar nuestra familia! Nos has hecho muy felices.


- Nuestras vacaciones en Ibiza. Poco hay que decir sobre esto. Una semana preciosa de vacaciones en un hotel sin tener que hacer nada más que disfrutar de mis peques y Gran Jefe. No se puede pedir más. Playa, piscina, turismo, juegos, cosquillas, amigos,...



- El nuevo restaurante. Pues sí, mi marido y sus hermanos, que son muy atrevidos todos, en marzo decidieron abrir su tercer restaurante. Y la verdad es que va fenomenal y gracias a él y a todo lo que trabaja yo puedo disfrutar de mis hijos. No se que pasará en breve porque voy a hacer las prácticas del Módulo que estoy estudiando y alomejor sale algo de trabajo y puedo "conciliar" pero siempre estaré agradecida por estos años que Gran Jefe me ha regalado con mis hijos.


- El cumpleaños de mi padre. Si tengo debilidad por alguien de mi familia (ey! que os quiero a todos igual pero ya sabéis que mi papi es mi papi...) es por mi padre. Por eso, que cumpliera 60 años fue algo bonito y sobre todo con la fiesta que mi madre le preparó. Como siempre mi mami pensando en todos. Gracias a los dos por todo lo que habéis dado y me seguís dando. Allí estuvimos todos acompañándole, sus hijos, mi madre, sus nietos, el resto de la familia y sus amigos.

- Ver crecer a Jefe Indio, ver como deja de ser "toddler" y se convierte en un niño precioso, con su carácter, con sus intereses, con su forma de hacer las cosas. Me encanta que se haga mayor porque se que es lo que tiene que ser pero por otro lado echo de menos ese bebé que me daba besos y abrazos a todas horas, ese bebé que no dormía y para el que era el centro del Universo. Ahora disfruto de otras cosas, de conversaciones de mayores, de leer libros juntos, una página él y otra yo, de sus partidos de fútbol. Te quiero mi chico, espero que el 2016 te traiga muchas cosas buenas a ti también.


- Y ver crecer a Jefa India. Esa pequeñaja que les tiene "muertos de amor" a todos los que la rodean. Porque tiene una gracia que no se puede aguantar, porque lo suyo es mucho. Ese carácter tan especial que tiene, esa constancia, esa confianza en sí misma, que sabe que puede conseguir todo lo que se proponga con sólo 4 años. Esos besos y esos abrazos. Ainsss... mi Jefa India, te deseo lo mejor en este 2016.



Seguro que me olvido de muchas cosas pero he escrito lo que me venía a la cabeza y según como venía. Me imagino que eso quiere decir que eso ha sido lo más importante para mí.

Sólo me queda desearos a vosotros un Feliz Año 2016, que todos vuestros deseos se cumplan y que seáis muy felices. Os deseo lo mejor.










lunes, 28 de diciembre de 2015

CARAMELOS NAVIDEÑOS

Hoy ha venido mi madre a pasar el día con nosotros. La verdad es que están siendo unas Navidades complicadas. Gran Jefe está a tope de trabajo (y que siga así) y tres niños pueden llegar a agotar. Así es que cualquier visita es muy bienvenida en casa y más cuando la visitante trae buenas ideas para pasar la tarde.

Hoy mi madre ha venido con la idea de hacer caramelos navideños para adornar la casa.

Y este ha sido el resultado:



Son muy fáciles de hacer y se tarda muy poquito con lo que no da tiempo a que los peques se aburran.

Para hacerlos necesitáis:

- Los cartones del papel higiénico o del papel de cocina. Nosotros hemos hecho de varios tamaños dependiendo de que fuera el cartón.



- Papel de regalo. Mi madre traía papel de varios colores pero Jefa India ha decidido que sólo le gustaba el rojo.



- Celo, a poder ser de ese que no se nota y que se pega y se despega con facilidad.



- Lazos finitos de colores. (También se puede utilizar lana o cualquier otra cosa que se os ocurra).




El proceso es el siguiente:

1. Coges uno de los cartones y lo forras con el papel de regalo. Pones un poquito de celo en el borde.

2. Enrollas el papel que sobra por los laterales de forma que quede "mono". Esto se le da mejor a mi madre, que a mí me quedaban todos muy chuchurríos.

3. Pones el lazo alrededor y haces un par de nudos o una lazada. Lo mejor es combinarlo para que haya más variedad.


4. Nosotros, cuando ya teníamos todos los caramelos hemos cogido una bandeja de la cocina y la hemos forrado con papel albal para poner todos los caramelos ahí. Pero podéis colgarlos del árbol también o lo que se os ocurra. ¡Imaginación al poder!

Pues con esto hemos pasado una tarde de lo más entretenida. Si los hacéis ya me contáis que tal la experiencia.



¡Gracias por leerme!

martes, 22 de diciembre de 2015

10 COSAS QUE ME ENCANTAN DE LA NAVIDAD

Me encanta la Navidad, no puedo evitarlo y ya desde primeros de Noviembre la espero cada año con ganas. Sí, luego acabo hasta las narices de familia, regalos y niños revolucionados por los horarios y el exceso de dulce, pero aún así me gusta.

Me gusta por muchos motivos y este año, con la pérdida de mi abuelo, no estoy con muchas ganas por eso este post, para auto convencerme de que la tengo que disfrutar. Así es que allá vamos con las 10 cosas que adoro de la Navidad:
1. Adornar la casa. Me gusta poner el árbol y el Belén y hacer algún centro de mesa. Tengo que aguantar las ganas desde finales de Noviembre y esperar hasta el puente de Diciembre para poner los adornos porque si no se me hace muy largo luego. Yo monto el árbol y las luces y luego Jefe Indio y Jefa India lo adornan todo. Este año además hemos tenido la "ayuda" de Pequeña India. Y gracias a su "ayuda" nuestro árbol de Navidad sólo tiene adornos por arriba ya (jajajajaja).


2. El ambiente. Me encanta que siempre haya gente en la calle. El ruido de los vecinos celebrando sus fiestas, los petardos, las luces de la calle. Mi hermano y yo de pequeños cada vez que íbamos en coche a algún sitio íbamos contando los árboles de Navidad y adornos que veíamos por el camino. Este año los Indios juegan a lo mismo. Y estamos encantados.
3. Las compras. No lo puedo evitar, me encanta comprar, y aunque se que en Navidad inflan los precios, me gusta dejar las compras para cuando ya estamos en plenas fiestas. No me gusta comprar las cosas antes. Ahora con los tres niños es más difícil, y por lo menos sus juguetes los dejamos listos antes de que acaben el cole. Eso sí, los detallitos y el resto de cosas para fechas cercanas a los Reyes.

4. La fiesta que más me gusta es la Nochevieja. Me parece una noche mágica, de hacer balance de lo bueno y lo malo que nos ha regalado el año. Este año ha sido precioso: nació Pequeña India, hace unos días llegó al mundo un sobrino precioso, mi hermano se ha mudado a una casa más grande, Gran Jefe ha abierto otro negocio, mi suegro ha cumplido 70 años, mi padre 60, mis hijos han aprendido a ser hermanos mayores,... Y sí, se ha muerto mi abuelo. Siempre hay algo malo. Por eso me gusta el 31 de Diciembre, es como si al comerte las uvas y felicitar el año a tus seres queridos dejaras atrás lo malo y te vinieran a la cabeza los buenos momentos del año. Con las campanadas me entra una emoción difícil de describir. Este año íbamos a irnos a una casa rural con los amigos a pasar la Nochevieja, pero al final no va a poder ser. Pero al año que viene vamos sí o sí, y así la Nochevieja será mucho mejor todavía.


5. Los Reyes. Ver la ilusión de mis hijos. Preparar la noche anterior dulces para los Reyes, agua para los camellos, dejar los zapatos en el árbol. Esperar a que se duerman con Gran Jefe y después proceder al ritual de montar los juguetes. Pocas veces los envolvemos, nos gusta dejarlos preparados para que ya se los encuentren montados nada más despertarse y entrar en el salón. Luego es un día agotador y a las 7 de la tarde estoy como loca porque se metan en la cama y dar por terminadas las Navidades pero desde pequeña viví el día de Reyes con mucha ilusión (gracias Papá y Mamá) y me gusta intentar que mis hijos lo vivan igual.

6. Las felicitaciones. Da igual que sea por correo, por WhatsApp o por teléfono. Me invade la emoción de felicitarles a mis seres queridos la Navidad y el Año Nuevo. Siempre digo "este año paso de mandar mensajes" y al final termino haciéndolo.

7. Las funciones de Navidad de los Jefes Indios (Pequeña India aún no ha hecho ninguna). Las han tenido esta mañana. Jefe Indio iba de reno y Jefa India de Pitufina. Me encanta disfrazarles en casa, pintarles y salir agobiada de casa pensando que no llegamos. Siempre me quejo de ello pero al final, cuando los veo, suelto la lagrimilla. ¡Que arte tienen mis niños!

8. Las vacaciones de los niños. Sí, es cansado tener a tres en casa durante quince días y más cuando Gran Jefe trabaja mucho en Navidad (la vida del hostelero...) pero me encanta no madrugar (bueno madrugar, pero no ir con prisa), no tener que salir corriendo de casa, desayunar tarde, salir al parque por la mañana, acostarnos tarde viendo una peli, echar alguna que otra siestecilla,... Me arrepentiré de esto en diez días pero ¡que ganas tenía de que les dieran las vacaciones hoy!

9. La familia. Me gusta que nos juntemos todos, las discusiones y las risas. Mi hermano y yo siempre decimos en broma "¿Qué tal la Nochebuena? ¿Bien o en familia?" Pero para mí las Navidades no serían lo mismo sin ellos. Este año además me estreno de anfitriona en Nochebuena. Ya va siendo hora de que mi madre prepare menos cosas en Navidad y disfrute más de nosotros.

10. Los amigos. La Navidad es una excusa perfecta para quedar con ellos para comer o cenar. Este año con Pequeña India lo de las cenas está complicado porque aún necesita su tetita para dormir pero alguna comida cae seguro.

Pues hasta aquí las diez cosas que me encantan de la Navidad.

Os deseo a todos ¡Feliz Navidad!


jueves, 17 de diciembre de 2015

PARA TÍ, ABUELO

Hoy iba a ser un buen día, un día prenavideño con la función de danza de Jefa India que íbamos a disfrutar en familia. Pero todo se torció a las 7:45 de la mañana. Después de una noche horrible de toses de Pequeña India, empieza a sonar mi teléfono. Lo cuelgo 4 o 5 veces pensando que es la alarma. Me doy cuenta de que no es el despertador, que es mi madre quien está llamando. ¿A las ocho menos cuarto de la mañana? ¡Qué raro! ¿Habíamos quedado? Ha pasado algo,... me activo inmediatamente y cuando me estoy levantando de la cama para llamarla suena el teléfono de casa. Definitivamente sí pasa algo. Contesto y ha pasado lo peor, mi abuelo Cipri se ha muerto. Lloro, ha sido de repente, un infarto. Sí, tiene 86 años y estaba con catarro, pero nadie lo esperábamos.

Me considero una privilegiada, tengo 34 años y hasta hoy tenía a mis cuatro abuelos. Y mis tres hijos les han conocido. Probablemente Jefa India no se acordará de él y Pequeña India tampoco, pero hay fotos y siempre podrán verles.

Es el primer abuelo que pierdo y las lágrimas se me escapan. Se lo explico a los mayores. Jefe Indio se queda pensativo y me dice:

- ¿Cuántos años tenía?

- 86- contesto yo.

- Mami, ¿Y por qué se muere si aún no tiene 100?

Pues eso mismo me pregunto yo. Jefa India no se entera. Me dice que vale y sigue con lo suyo. Nos vamos al cole. Después me voy con la peque al tanatorio y estoy allí hasta que tengo que ir a recogerles, hacer de tripas corazón y ver a la mediana bailar. Ella, mi estrella, que ilumina este día tan gris.

Pero a mí sólo me viene a la cabeza mi abuelo.

Ese abuelo que nos llevaba al "campiri" a jugar los fines de semana que dormíamos con ellos.

Ese abuelo que tenía dos trabajos, que ha sido un luchador toda la vida.

Ese abuelo que siempre que llegábamos a su casa nos abría diciendo "¿Quién  viene?"

Ese abuelo que cuando llegaban las Navidades nos contaba 1000 veces que los Reyes dejaban sus camellos en el Parking donde trabajaba y que íbamos a ir a verlos.

Ese abuelo taxista, "peseto" como le llamábamos mi hermano y
yo para hacerle rabiar.

Ese abuelo que nos contó por lo menos 1 millón de veces el cuento del "Enano Saltarín".

Ese abuelo al que le encantaba la tecnología aunque no se enterara de nada.

Ese abuelo que disfrutaba tanto el día de Reyes, que nos repetía semanas antes una y otra vez "que nos íbamos a caer de culo con los regalos" o que este año iban a traer "ropa y calzado".

Ese abuelo que le permitía a mi abuela llevar las camas al salón porque a mi hermano y a mí se nos antojaba dormir allí.

Ese abuelo, el del cocodrilo, como decía mi hija esta mañana.

Ese abuelo, que aunque estuviera fatal, siempre decía que era mi abuela la que estaba peor.

Ese abuelo, con el que he comido tantas veces en su mesa camilla, con brasero incluido.

Ese abuelo, que condujo hasta hace dos años, con un par.

Ese abuelo que tenía una risa contagiosa.

Ese abuelo tranquilo, que a todo el mundo gustaba.

Ese abuelo, que me hacía el café cuando iba a verle con los niños.

Ese abuelo, que tenía que salir a buscarnos por el pueblo porque habíamos salido con las bicis y no habíamos vuelto.

Ese abuelo, que se despedía de nosotros por la ventana de su décimo piso.

Ese abuelo,... al que esté donde esté le deseo lo mejor, porque se lo merece, porque ha sido un currante, porque siempre tenía buenas palabras. Porque era MI ABUELO.




lunes, 14 de diciembre de 2015

¡HERMANOS!

Nunca he sido una persona muy paciente y la maternidad no ha hecho que cambie este aspecto de mi personalidad. No tengo mucho aguante y además soy muy cuadriculada, demasiado para tener tres hijos que según vas organizando una cosa van revolviendo otra. Pero soy así y no lo puedo evitar. Necesito tener todo en orden para estar a gusto y esto incluye a mis tres indios. Bueno, me he ido del tema, que no es de esto de lo que quería hablar hoy, jajajajaja.

Jefe Indio y Jefa India se llevan 22 meses. Durante el embarazo de la mediana tuve que escuchar muchísimas veces los celos que mi mayor iba a tener cuando naciera su hermana. Yo me llevo 18 meses con mi hermano y jamás he tenido celos, así es que el rollo de los celos como que no me interesaba mucho.

El embarazo pasó y nació Jefa India y su hermano pasaba de ella. Siempre ha sido un niño muy independiente y seguía igual. Le encantaban sus coches y helicópteros y su hermana era una más de la familia. La quería, la cuidaba e incluso le hacían mucha gracia sus avances. Él siempre cuenta orgulloso que la primera palabra que dijo Jefa India fue su nombre. Y claro, a mí se me cae la baba.  Así es que cuando el resto del mundo me preguntaba por los celos entre ellos contestaba que no había, que incluso si alguno tenía algo más de "pelusa" era la niña del niño.




Pero no se ni cuándo, ni cómo, ni por qué todo fue a peor entre ellos... Entendámonos, se quieren y no saben estar el uno sin el otro pero cuando están juntos son una bomba de relojería. Os cuento como ha ido el día de hoy, por no rebuscar mucho:

Les despierto a las 8:00, bueno Jefe Indio, que no es de mucho dormir y le gusta despertarse antes de que salga el sol, ya estaba despierto. Jefa India remolonea en la cama y mientras tanto India Pequeña hace esos grititos que me vuelven loca, anunciándonos que se ha despertado. Voy a por la peque y la llevo a la habitación de los mayores. Primera pelea: los dos quieren estar a su lado, y diréis ¡que fácil! ¡Ponla en medio! Jajajajaja, pues no, porque siempre hay uno que está un centímetro, qué digo, un milímetro más cerca.  Superamos este primer round, se visten y vamos a desayunar. De momento continúa la calma y cruzo los dedos porque siga así.

Se lavan los dientes y no pelean por ver a quién le echo primero la pasta de dientes. Estoy en una nube, conseguimos salir de casa a la hora y cuando creo que la mañana va perfecta... ¡Jefe Indio da al botón del ascensor! y claro, Jefa India también quería,... Lloros en la puerta de casa, y yo cargada con la niña, las mochilas y los abrigos, y pienso, ¿por qué no habré puesto a India Pequeña en la mochila? Conseguimos llegar a un acuerdo, a partir de mañana Jefa India da al botón de fuera del ascensor y Jefe Indio al de dentro.

Llegamos al coche y cuando diez minutos después les tengo a los tres abrochados nos ponemos en marcha. Jefe Indio quiere jugar a palabras en inglés. Empieza y dice "house" (con una pronunciación tan  perfecta, que pienso que cualquiera dice algo ahora). Le toca a Jefa India, que claro, sólo se sabe los números en inglés. Le digo que los diga de uno en uno. Y los va alternando con las palabras que vamos diciendo Jefe Indio y yo, "flat" (yo flipo con este niño), dog (digo yo, intentando no quedar como una madre pardilla que no tiene ni idea de inglés) y Jefa India "one", y así seguimos, hasta que Jefe Indio en el quinto número de su hermana se queda sin palabras y dice "six". Ya la hemos cagado, la mediana empieza a llorar, y la pequeña aburrida de tanto inglés también, y el mayor se enfada y llora porque su hermana es una "llorica". Bandeo la situación "Venga chicos, cambiamos de juego". Ahora quieren jugar a coches de colores y resulta que los dos quieren elegir el color los primeros. Otra vez lloros y enfados... e intento poner paz diciendo que pienso un número y el que lo adivine empieza primero. Gana Jefe Indio, lloros de la mediana (si hubiera sido al revés, los lloros habrían sido del mayor). Entre lloros, enfados y coches de colores llegamos al cole. Diez minutos después hemos conseguido salir del coche y entran al cole sin más incidentes. Son las 9:30 y ya estoy agotada mentalmente.

Y yo se que debo intervenir poco en sus conflictos y que aprendan a solucionarlos pero es que no se cómo no hacerlo porque sus peleas me estresan. No se como conseguir que sean menos competitivos, que se comprendan más y eso me hace sentir una madre horrible. Yo no lo llamaría celos, no creo que tengan celos el unos del otro, creo que es más una lucha de poder, de intentar buscar su lugar, de desarrollar su personalidad. Y se que son cosas de hermanos pero a veces me gustaría tener un cuento de hadas en casa y que mis hijos se adorasen, se ayudasen y se comprendiesen. Y claro, lo veo imposible y a veces ya no se que hacer, así es que acepto sugerencias.

Los vuestros, ¿se pelean tanto?, cuando India Pequeña crezca, ¿será peor?

Si no fuera por los buenos ratos, creo que a veces me volvería loca...

jueves, 10 de diciembre de 2015

LA HISTORIA DE MIS LACTANCIAS (PARTE IV)

Espero que hayáis disfrutado con la parte 1, la parte 2 y la parte 3.

Y llega Junio (Pequeña India tiene tres meses y medio) y me tengo que presentar a dos exámenes (estudio el Técnico Superior de Educación Infantil) y un día me levanto con dolor de cabeza, muy rara, aunque no le doy importancia. Después de comer aparece la fiebre y el dolor de pecho. No me lo puedo creer, ¡MASTITIS! El mundo se me viene encima, la familia me dice que lo deje, que ya he conseguido mucho. Pero precisamente como he conseguido mucho y se mucho de lactancia sigo adelante.
Me voy a Urgencias como quien va al matadero, rezando para que me vea alguien que tenga un poco de idea sobre el tema. Y no sé si los astros se alinean o si es el karma o qué, pero me atiende una ginecóloga joven que acaba de tener un bebé también que me manda un tratamiento adecuado. Paso unas semanas malas porque aunque con el antibiótico el dolor disminuye, todavía me molesta. Además me salen durante las semanas siguientes varias perlas de leche que hacen que las tomas sean muy dolorosas. Sigo preocupada y me voy a ver a una asesora de lactancia (Kika Baeza, del Centro de Atención a la Familia Raíces ). Escucha mis dudas, chequea la postura y a mí me da la confianza suficiente para seguir adelante. Tras pasar la crisis me doy cuenta de que el estrés de los exámenes ha podido influir en la aparición de la mastitis. Y es que siempre que estoy nerviosa aparecen las complicaciones.
Y sí, lo consigo, llego a los seis meses de Lactancia Materna Exclusiva. Y cuando ya pensaba que estaba todo superado resulta que tengo Síndrome de Raynaud  en el pezón, con lo que el dolor después de algunas tomas es insoportable. Menos mal que el malestar va y viene. Y podría haberlo dejado como insistía mucha gente pero la conexión con Pequeña India es tal que no podría dejarla sin su teta. Así es que aquí seguimos, 9 meses de Lactancia Materna y seguimos sumando.

Sólo lo conseguí con mi india pequeña pero quiero y adoro por igual a mis tres hijos, aunque los dos mayores se hayan criado con biberón. A veces me quedo mirándolos y me da mucha pena no haber disfrutado de la lactancia materna con ellos pero me doy cuenta de que les quiero más todavía por eso. Ellos abrieron el camino, me enseñaron a ser madre y a aprender de mis errores. Además ven dar teta como lo más normal del mundo y espero que les sirva de cara al futuro. Que mi hijo se convierta en un padrazo como el que tiene y mi hija se guíe siempre por su instinto.
A veces las cosas son más fáciles de lo que parece. Sólo hace falta confiar en un@ mimo@ y guiarte por lo que sientes, por lo que dice tu instinto en cada momento. Pequeña India ha dormido en nuestra cama desde el momento en que llegamos a casa (y en el hospital también), ha comido cuando ha querido (a pesar de los ¿otra vez tiene hambre?), ha estado en brazos continuamente y la hemos porteado. No existe una receta mágica pero todo esto me ayudó mucho en la lactancia en particular y me está ayudando mucho en la crianza en general. A mis otros hijos también los cogí, les di de comer cuando querían y les metí en mi cama pero lo hice como "a escondidas", sin estar segura de lo que hacía. Y es que a veces los comentarios hacen mucho daño.


  Sólo me queda dar las gracias: 

-       Gracias J., por ser mi marido y aguantar mis neuras. Por ser el mejor padre que nunca imaginé para mis hijos. Por ser mi compañero de vida. Sí, estamos locos los dos y hacemos las cosas sin pensar pero gracias a eso tenemos tres hijos preciosos. Gracias por aprender conmigo sobre lactancia materna. Gracias por defender que dar teta es algo natural y que no hay por qué esconderse (Tú y yo sabemos de lo que hablo).

-       Gracias familia por vuestra ayuda con los mayores. Mis indios os adoran y eso no se paga con ninguna tarjeta de crédito.

-       Gracias mamá por estar siempre ahí, por ser mi único apoyo en los momentos de incertidumbre.

-       Gracias AMIGAS por aguantar mis penas y apoyarme en los momentos difíciles de mi maternidad. Sois mi tribu y sin vosotras no sería la que soy. Adoro nuestras charlas interminables sobre hijos.

-       Gracias hijos por convertirme en la persona que soy ahora.

lunes, 7 de diciembre de 2015

¡ME GUSTA EL FURBOOLLLL!


Pues no, nunca me ha gustado el fútbol. Es más soy incapaz de ver un partido entero, me parece un aburrimiento total. Por no hablar de otras cosas más profundas, como por ejemplo lo que cobran determinados jugadores. A veces, por amor a Gran Jefe, me hago la compungida cuando pierde su equipo. Pero me da igual, lo que realmente me fastidia es aguantarle el careto el resto de la tarde.

Pero sí, a Jefe Indio le gusta el fútbol, es más, le chifla. Es capaz de verse el peor partido de 2ª o 3ª división (¿existe 3ª división?) sin pestañear, como si fuera la final del Mundial que ganó España. Es más, se sabe las alineaciones de todos los equipos y es capaz de retener en su memoria los cromos que tiene, los que no, cuántas veces los tiene repetidos y los que tiene su amigo del cole. ¡Ya podría tener tanta memoria para no dejarse día sí y día también el jersey en clase!

Cuando nació y fue creciendo no mostró ningún interés por las pelotas y yo muy feliz. Le gustaban los coches y las cocinitas. Pero esta felicidad no duró mucho. A los 4 años salió un día del colegio, nos miró muy serio y nos dijo: “Quiero apuntarme a fútbol”. Y su padre y yo, como se nos cae la baba, y era la primera vez que el niño pedía apuntarse a algo, cedimos.

Así es que ahora soy su fan número 1 y no me pierdo ni un solo partido. Juega los sábados por la mañana. Y podría llevarle su padre y quedarme yo con las dos niñas tan a gustito en casa. O al revés, llevarle yo y que Gran Jefe se quedara con las pequeñas. Pero no, todos queremos verle. Así es que, por si fuera poco madrugar de lunes a viernes para despertarles, vestirles, dar teta a Pequeña India, prepararles el desayuno, montarles en el coche y llevarles al cole, ahora también madrugo los sábados para estar todos preparados media hora antes del partido. Porque aunque juegue en el equipillo del cole y hasta hoy hayan perdido todos los partidos (y por mucho), tienen que estar “concentrados” media hora antes.

Y ¡quién me ha visto y quién me ve! Ahí estoy yo, a pie de campo, animando como si fuera me fuera la vida en ello y celebrando cualquier jugada. Creo que ya entiendo hasta lo que es fuera de juego. Es más, el sábado pasado metió un gol y casi se me cae la lagrimilla. Porque no nos engañemos: odio el fútbol pero adoro a mi hijo.




viernes, 4 de diciembre de 2015

LA HISTORIA DE MIS LACTANCIAS (PARTE III)

Si no has leído la parte 1 y la parte 2 puedes leerlas aquí.

Esta historia tiene un final feliz, aunque no todo ha sido un camino de rosas amamantando a mi tercera india. Os sigo contando.
Mi tercer embarazo fue tranquilo y sin ninguna complicación. Algún que otro sustillo sin importancia y mucho, mucho cansancio. Casi desde el principio me daba la sensación de estar embarazada de mucho más. Nos mudamos y fue agotador. Pero ahora lo recuerdo con cariño. Durante todo el embarazo tuve contracciones y pensé que no llegaría a término pero no sólo llegué sino que me pasé. Justo el día que cumplí 41 semanas me puse de parto. Esa también es otra historia pero fue “el partazo”. 
Carmen llegó a mis brazos el domingo 15 de febrero de 2015 a las 11:00 de la mañana. Enseguida nos subieron a los tres a la habitación y la puse al pecho bueno. Aquí tengo que hacer un inciso. Y es que tengo un pecho bueno para mí que no me suele dar problemas, ni mastitis, ni dolor,… pero que no es el que más les gusta a mis hijos. Ellos  prefieren el grande y ese es el que me da más guerra. Y por más que yo hago para que ellos mamen más del que menos me duele ¡no hay forma! Siguiendo con la historia, la matrona viene al ratito e intenta que Carmen se enganche bien a mi teta derecha, la mala. Nada, no hay forma… Pero yo esta vez voy preparada y llevo mis pezoneras. Mi Número 3 come de los dos pechos con pezoneras.
Viene la ginecóloga y además de revisar mi útero ¡se interesa por mi lactancia! Me dice que más vale usar pezoneras que no dar el pecho. Yo le repito continuamente que no creo que dure mucho dando el pecho, que con los otros me fue mal y que dudo mucho que con esta pequeñaja vaya a tener más suerte. Estoy tan asustada por lo que me pueda pasar que llego a decirle que no me de el alta sin una receta para comprar las pastillas para cortar la leche (se hizo la loca cuando firmó el alta y yo tampoco quise insistir, jajajaja). Me escucha y me dice que lo entiende perfectamente. Me siento comprendida. La verdad es que mi entorno familiar no entendía mucho mi decisión de intentarlo y estuve todo el embarazo dando explicaciones. De hecho, el día antes había tenido una pequeña discusión con mi padre por esto. Mi marido no dice nada pero sé que no está de acuerdo. No quiere que sufra.
Amamanto con mis pezoneras y aunque son un tostón estoy feliz. La niña agarra bien, no me salen grietas y a las 24 horas empieza a subir la leche. Durante los dos días de hospital tengo que escuchar muchas tonterías de algunas visitas y algunas enfermeras. Pero ya no soy como hace cinco años, ni como hace tres. Así es que sonrío y sigo a lo mío. Sólo tuve un mal momento con una matrona que se autodeclaraba ¨pro-lactancia¨ pero lo único que recibí de ella fueron malas caras y miradas de reprobación. Esto me hizo sentir muy incómoda pero, por primera vez desde que soy madre, sigo mi instinto 100% y éste me dice que use las pezoneras en todas las tomas y siga con la lactancia materna.
 Por fin nos vamos a casa y nada más llegar empieza la subida de la leche. Son dos o tres días, con sus noches, bastantes malos hasta que la cosa empieza a regularse. Además Jefe Indio y Jefa India están malos y se quedan unos días más a dormir en casa de sus abuelos. Les echo de menos y con las hormonas alteradas lloro por todo. Una noche estoy a punto de tirar la toalla pero le escribo un mensaje a una antigua compañera de clase que sé que está muy metida en temas de maternidad y me sube mucho la moral su contestación. Lorena, si alguna vez lees esto, ¡muchas gracias!
Las primeras semanas las recuerdo como en una especie de nube. Voy del sofá a la cama con la teta fuera todo el día. Me paso el día entero sentada en el sofá dando teta(menos mal que Anatomía de Grey me lo hace más ameno) pero me siento muy bien, muy a gusto conmigo misma. Mi marido se encarga de llevar a los niños al cole, se va a trabajar un rato (cosas de tener negocio propio) y viene a la hora de comer. Prepara la comida, comemos y luego se va a recoger a los Indios mayores al colegio. No hay prisas, no hay agobios. Mis padres y mi hermano vienen de vez en cuando a echar una mano. Todos me ven felices y cada vez me apoyan más. Disfruto del puerperio. Y sin darme cuenta llevo dos meses dándole el pecho a C. Empiezo a creer que puedo conseguir LME durante 6 meses. La peque está engordando perfectamente y es una Santa (aunque la primera semana no engordó y la enfermera ya nos quería meter un biberón, cosa a la que el padre de la criatura se negó rotundamente. Gracias J.). Me lo creo tanto que un día pruebo a darle sin pezoneras y se agarra bien. Durante un par de semanas alterno unas tomas con y otras sin. Cuando C. cumple dos meses ya no nos acordamos de ellas. ¡Adiós pezoneras! Y es que el miedo a retirarlas era mío. Por eso, siempre que alguien me pregunta digo que las pezoneras salvaron mi lactancia. Son un buen invento si se usan de forma adecuada.

Sigue leyendo la historia aquí (parte IV)

miércoles, 2 de diciembre de 2015

NUESTRO CALENDARIO DE ADVIENTO

Este es el primer año que nos animamos a hacer un Calendario de Adviento. Es una tradición que siempre me ha parecido genial pero que entre unas cosas y otras nunca me ha dado tiempo a hacer con los niños. Pero este año, gracias a la "desconciliación" que hay en tierras españolas nos pusimos a ello.

No nos hemos complicado mucho porque entre colegio, partidos de fútbol de Jefe Indio y cumpleaños no nos sobra el tiempo. Pero aquí hemos colaborado todos, hasta Pequeña India gateando por encima de él e intentando quitar las pegatinas. Esto provocó el enfado de los mayores pero al final cedieron y la dejaron estar ahí aunque nos costara el doble de trabajo acabar el calendario.

Los materiales que necesitamos fueron los siguientes:

- Sobres de colores (los miré en un gran almacén y eran carísimos pero al final los encontré en un chino del barrio de los abuelos)


- Pegatinas con números (también en los chinos)


- Pegatinas navideñas (estas si que salieron algo más caras).



- Dos cartulinas grandes, aunque con un cartón hubiera quedado mucho más estable. Pero bueno, cosas de principiantes, como os he dicho es nuestro primer año ;).



Hacerlo es ¡facilísimo!.

1. Fuimos pegando los sobres a las cartulinas.

2. Después pusimos las pegatinas de los números. Aquí Jefe Indio puso orden con Jefa India que está en ese momento en el que piensa que se sabe los números pero aún no y ella quería pegarlos como le apetecía (jajajajaja).

3. Y por último lo decoramos (aquí puse orden yo para que no quedara recargado en exceso, jajajaja)

Aquí tenéis el resultado:



En cuanto a las sorpresas hemos puesto un poco de todo:

- Algunos chocolates.
- Pegatinas.
- Globos.
- Entradas para ir al teatro estas Navidades.
- Un vale para ir a elegir y comprar un cuento todos juntos.
- Cromos.
- Unos adornos navideños.

Las cosas más grandes no nos cabían así es que las hemos escondido por la casa y les he dejado una nota dentro del sobre correspondiente en la que pone "Vale por una sorpresa que tenéis que encontrar en ...."

Ayer se levantaron nerviositos perdidos pensando que tenían que abrir ya un sobre y estuvieron todo el día encantados con las pelotitas que les tocaron.



Y vosotros, ¿os habéis animado?¡Acepto sugerencias para el calendario del año que viene!

lunes, 30 de noviembre de 2015

ESOS CAFÉS MARUJILES


Sí, lo reconozco, soy una apasionada del café. Pero me gusta más si es en buena compañía.

Ya desde jovencita, al empezar la universidad era muy dada a quedar con alguna buena amiga y compartir un café eterno que podía juntarse con el aperitivo y alargarse hasta la comida (con su posterior café incluido). Por aquel entonces las conversaciones giraban en torno a chicos, apuntes, exámenes y a cómo cambiar el mundo.

Según fui creciendo los temas de conversación fueron cambiando, aunque los compañeros de café no tanto. Algunos siguen siendo los mismos, otros dejaron de serlo y luego volvieron y otros sí que desaparecieron. Vino la época de la independencia y por tanto, la decoración, la hipoteca, el alquiler,... Después la época de bodas, de qué regalar, de qué ponerse,... Luego los embarazos, sus síntomas, sus preparativos,... Y por último, los cafés marujiles como me gusta llamarlos.




Soy muy fan de los cafés con otras mamás. Podría, si pudiera, porque con Pequeña India en plena época de gateo es difícil, pasarme horas y horas delante de un buen café y en buena compañía hablando sobre hijos. Y es que no hay nada mejor que compartir historias de crianza con otras madres.

Esta misma mañana he disfrutado de uno de ellos. No ha sido muy largo porque he tenido suerte de que Gran Jefe Indio (es decir, el padre de las criaturas y mi compañero de vida) no trabajara y se quedara con la pequeñaja. Esto ha tendido su parte buena, no he tenido que levantarme 800 veces para perseguir a Pequeña India en su incansable gateo y también su parte mala, yo tengo el poder de la teta y aunque por las mañanas la peque no demanda mucho, no puedo separarme más que un par de horas de ella.

Pues eso, me he levantado, he vestido a Jefe Indio y Jefa India, les he dado de desayunar y les he dejado en el cole. Después a tomar cafetito. Y ahí nos hemos juntado cinco madres con gran variedad de número de hijos, con diferente sexo y diferentes edades a contarnos nuestras penas y alegrías. Que si S. ha eliminado las tomas nocturnas, que si B. está embarazada de su Número 2 y Número 1 está en plena etapa de rabietas. Que si J. tiene mellizos y bajar las escaleras de su casa es toda una aventura matutina. Que si R. está a punto de dar a luz a su segundo, que también va a ser un chico y está preocupada por los posibles achuchones de su mayor al recién nacido. Conversaciones superficiales a primera vista pero que ayudan mucho a ver la maternidad y la crianza con otros ojos. Y a mí, personalmente, me motivan un montón. Y más si son con amigas de toda la vida, qué haría yo sin vosotras.

Una de las mejores épocas de mi vida marujil fue cuando vivíamos en un pueblo a las afueras de Madrid. Jefe Indio ya llevaba varios años en la Escuela Infantil y yo tenía buena amistad con otras dos mamis de dos compañeras de su clase. Mi número 1 empezó el cole ese año y Jefa India la Escuela Infantil, yo me había quedado sin trabajo ese verano, así es que una vez hechas las dos paradas correspondientes para dejar a los niños, nos íbamos las tres a tomar un cafetito a un bar del pueblo. Aún me acuerdo de las largas conversaciones al lado de la chimenea. Voy a confesaros que hubo cafés que se alargaron casi hasta las 12 de la mañana. (P. y M. si alguna vez leéis esto os quiero mucho y lo único malo de vivir en Madrid es no teneros cerca).

Estos cafés marujiles consiguen que me sienta acompañada en este viaje, entendida y muchas veces reflejada en mis amigas mamás. Hacen que me de cuenta de que cada una cría como siente y como más a gusto se encuentra y que todas hacemos siempre lo que creemos mejor para nuestros pequeños. Existen tantos tipos de crianza como madres hay en este mundo y esta es una de las cosas que más me gusta de la maternidad, que cada día aprendes algo nuevo. Y por eso, es tan importante sentirte arropada por tu tribu.

Es más yo he tenido tres hijos y con cada uno han funcionado unas cosas. Jefe Indio no ha dormido nunca no con todas las rutinas del mundo. Pero Jefa India era una pequeña marmotilla con la que funcionaba el baño, el bibe y a la cuna. Pequeña India se adapta a los horarios de los mayores y de momento funciona. Jefe Indio echó siestas hasta bien mayor, Jefa India no y Pequeña India ya os contaré. El mayor come muy bien y de todo y la mediana no.

Así es que nunca está de más compartir estas historias con amigas-mamás y un buen café encima de la mesa.


viernes, 27 de noviembre de 2015

LA HISTORIA DE MIS LACTANCIAS (PARTE II)

Sigo por donde lo dejé el otro día...

Un 6 de febrero de 2011 me hice una prueba de embarazo. Positivo. ¡Estaba embarazada!
Tras el shock inicial porque los niños se llevarían 22 meses disfruté un montón de mi embarazo. Ni una complicación. Además sería una niña. Mi D. A las 35 semanas empecé a tener la tensión muy alta. No era preeclampsia pero me tenían muy controlada. Tras varias idas y venidas a Urgencias por subidones de tensión, un viernes 7 de Octubre de 2011 me indujeron el parto. Estaba de 38 semanas. El parto también es otra historia pero fue rápido y me sentí muy poderosa. Me había informado, ya no era la que era cuando nació Saúl y tenía las cosas claras. Pero tenía claro que no iba a sufrir por el pecho también. ¡Qué error! No me había empoderado lo suficiente…
Nada más nacer, mi número 2 vino directa al pecho. Era tan preciosa… Una buena matrona me ayudó con la postura y se enganchó sin pezoneras en ambos pechos. Pero su turno terminaba y las enfermeras de planta otra vez sabían bastante poco de lactancia materna. Otra vez grietas, otra vez pezoneras, otra vez biberones,… Se puede decir que mi mediana salió del hospital con un biberón debajo del brazo.
En casa seguí intentándolo con la lactancia materna. Mi marido empezó a trabajar a los dos días así es que mi madre vino a pasar otra vez unos días a casa. La lactancia funcionó hasta que mi madre volvió a su casa. Otra vez tuve fiebre y mastitis. Y el miedo pudo conmigo. Fui al ginecólogo a por la receta de las pastillas para cortar la leche y las compré. Tarde un par de días en tomármelas porque aún me aferraba a dar el pecho. Pero cuando me vi sola con dos bebes y con dolores no resistí y me las tomé. Daniela tenía 15 días. 

Y así pasaron casi tres años maravillosos. Mis hijos crecían, yo me ocupaba de ellos y éramos muy felices. Cada vez leía más cosas sobre maternidad y lactancia. Haber tenido dos experiencias tan malas y duras con el pecho hacía que cada vez quisiera saber más sobre el tema. ¿Qué había fallado? ¿Qué se podría haber hecho?... Me leí todos los libros de Carlos Gonzáles, de Rosa Jové, me volví “adicta” a los relatos de parto y lactancia y lógicamente las ganas de tener otro hijo volvieron. Me costó un poco convencer a mi marido y un poco quedarme embarazada pero el día 2 de Junio de 2014 las dos rayitas aparecieron en el test de embarazo. ¡Qué felicidad!

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miércoles, 25 de noviembre de 2015

TU SEXTA VUELTA AL SOL

Y me acuerdo....

Me acuerdo de que hace 6 años estaba pariendo, que hace 6 años te ponía en mi pecho desnudo, calentito, tan bonito. Lo que me recuerda que llegaste a este mundo como un guerrero nocturno y que esa fue nuestra primera de muchas noches juntos.

Me acuerdo de que pesaste 3,355 Kg, que llorabas mucho y que dormirte era una pequeña victoria. Lo que me recuerda que me enamoré de tí nada más verte.

Me acuerdo de aquel primer chichón que te hiciste en el baño de casa, lo que me recuerda que fuiste un terremoto desde aquel 25 de Noviembre de 2009.

Me acuerdo del día que empezaste andar, de tu primer diente, de tu primer corte de pelo, de la primera vez que te pusiste malito y a mí se me encogió el corazón. Lo que me recuerda aquellas noches en vela los dos en el salón de casa mientras veíamos dibujos a horas intempestivas.


Me acuerdo de la primera vez que montaste en bici sin ruedines, de la primera vez que nadaste solo, de cuando aprendiste a patinar, de tu primer gol, de tus primeros pasos, de tus primeras palabras. Lo que me recuerda que siempre has ido demasiado deprisa, creciendo muy rápido,  más de lo que a mí me gustaría.

Me acuerdo de una mañana que te dejé en el cole, dentro de tu clase y cuando ya me iba te oí gritar "Mami,  Mami", me di la vuelta y viniste corriendo a darme un abrazo. Lo que me recuerda que no quiero que estos abrazos se acaben nunca, aunque te haces mayor y tus abrazos se van cotizando cada vez más caros.

Me acuerdo de cuando viniste a ver a India mediana al hospital,  la cara que pusiste y como alucinaste cuando te la pusimos en brazos. Lo que me recuerda que a hermano mayor no te gana nadie.

Me acuerdo de lo que me ayudas a cuidar a India pequeña, como la haces reír y como intentas que no se acerque a los enchufes. Lo que me recuerda que a veces te sientes demasiado mayor con sólo 6 años.

Me acuerdo de cuando empezaste a vestirte solo, a ducharte solo, a leer solo, a escribir solo. Lo que me recuerda que eres capaz de conseguir todo lo que te propongas (y que nunca nadie te diga lo contrario).

Por todo esto y mucho más ¡Felicidades!


Tú me hiciste madre, tú me enseñas cada día y sólo puedo agradecerte que seas mi hijo.

Te quiero Jefe Indio.

martes, 24 de noviembre de 2015

LA HISTORIA DE MIS LACTANCIAS (PARTE I)


Empecemos por el principio…
Desde que tengo uso de razón siempre supe que sería madre, tendría tres hijos y les daría pecho. A todo esto hay que sumarle que ya mayorcita, con unos 22 o 23 años tuve dos primos pequeños que tomaron teta hasta bien pasados los dos años y se les veía tan felices que quería lo mismo para mis peques cuando llegaran.
Y unos años después me quedé embarazada de mi número 1. Mi tía me hizo llegar uno de sus bienes más preciados “Un regalo para toda la vida” de Carlos González. Lo dejé en mi mesilla de noche y ahí estuvo todo el embarazo. Pensaba que la lactancia era fácil y que no necesitaba leerlo.Pasé un buen embarazo excepto por los más de 25 kilos que cogí y un 24  de noviembre me puse de parto. Tras 24 horas de parto (que esa es otra historia) el día  25 de Noviembre de 2009 a las 00:30 de la mañana recibí en mi pecho a Saúl, un bebé precioso que vino a cambiarme la vida y la idea preconcebida de la lactancia que tenía.
  
En cuanto llegué a la habitación del paritorio haciendo piel con piel con mi pequeño le intenté poner al pecho. Había engordado, como ya he dicho más de 25 kilos y mis tetas no se quedaban atrás. Ahora sé que no es un problema pero en ese momento las enfermeras de planta me hicieron creer que el niño no se agarraba por el tamaño y porque tenía el pezón un poco plano. ¡Qué tonta era! Si se hubieran dignado a echarme una mano… Pero no, mandaron a mi madre a comprar unas pezoneras al día siguiente y tras las dos horas de piel con piel y con la presión de la familia para que descansara se llevaron a S. al nido. Sí, soy una de esas madres horribles que lo permitieron… Esas cuatro horas de separación se me hicieron interminables. A las 7 de la mañana me devolvieron a mi niño y por supuesto con un buen biberón entre pecho y espalda que le habían dado en el nido.
Mi habitación se convirtió en el camarote de los hermanos Marx (No exagero, de verdad...) y no había forma de dar el pecho tranquilamente. Las enfermeras poco hacía y aún con las pezoneras el dolor era bastante insoportable. Aparecieron las grietas y para cuando me dieron el alta dar el pecho era imposible. Llegamos a casa y la cosa empeoró. Todo el mundo me daba consejos, todo el mundo pensaba que el niño se quedaba con hambre. Pero yo seguía con mi idea, lactancia materna exclusiva.

A la semana fuimos a la revisión del pediatra. Mi marido había empezado a trabajar y fui con mi madre. S. no había cogido mucho peso y por supuesto, me recomendaron una ayudita. Supliqué (que idiota fui, si el hijo es mío) que me dieran una semana más. Me lo permitieron. Seguí con la teta y a los dos días me desperté con un dolor horrible en el pecho. A las 16:00 tenía 40 grados de fiebre y no tomé nada pensando que no podía tomar medicamentos. A las 3 de la mañana me fui a Urgencias con el papi, mi madre y el niño. Diagnóstico: mastitis; Tratamiento: antibiótico más antitérmico y recomendación de dejar el pecho. No lo dejé porque por mi tía sabía que era lo peor que podía hacer y que por una mastitis no se debe dejar el pecho. A los dos días estaba mejor de la mastitis pero las grietas estaban infectadas y el dolor era insoportable. Alternaba las pezoneras con las tomas directas pero no sé qué dolía más. Mientras tanto, fuimos a la revisión de los 15 días y el niño había engordado 400 gramos. Vamos, que hambre no tenía, quería estar con su mamá pegadito pero yo era muy inocente y los cometarios me afectaban mucho. Además el papi me veía sufrir y cada vez me apoyaba menos con la lactancia. Mi madre que era la que más me apoyaba flaqueaba también.
 A los 15 días empecé con otro subidón de fiebre. Otra vez a Urgencias y el mismo diagnóstico y tratamiento. Sólo que esta vez tenía un bulto y ese bulto dolía mucho y no desaparecía. A partir de ahí un peregrinaje de idas y venidas al médico con fiebre intermitente y un dolor insoportable en el pecho. Siempre lo mismo, antibiótico y antitérmico. No podía más y empecé con lactancia mixta. Por supuesto, el pecho fue a peor y un día 4 de Enero me fui a otro hospital para pedir una segunda opinión. Diagnóstico: absceso mamario; Tratamiento: drenaje a la mañana siguiente en quirófano. Me dieron la opción de quedarme ingresada o volver a la mañana siguiente. Me fui a casa con mi bebé y le di el pecho por última vez. A la mañana siguiente me drenaron, tomé las pastillas para cortar la leche y lloré de alivio. Sabía que podía seguir con la lactancia pero no tenía ni fuerzas ni apoyos. Empecé a disfrutar de mi hijo y de mi maternidad y aunque lloraba cuando le daba el bibe por pensar que no lo había conseguido, era muy muy feliz.

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