familia2

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jueves, 17 de diciembre de 2015

PARA TÍ, ABUELO

Hoy iba a ser un buen día, un día prenavideño con la función de danza de Jefa India que íbamos a disfrutar en familia. Pero todo se torció a las 7:45 de la mañana. Después de una noche horrible de toses de Pequeña India, empieza a sonar mi teléfono. Lo cuelgo 4 o 5 veces pensando que es la alarma. Me doy cuenta de que no es el despertador, que es mi madre quien está llamando. ¿A las ocho menos cuarto de la mañana? ¡Qué raro! ¿Habíamos quedado? Ha pasado algo,... me activo inmediatamente y cuando me estoy levantando de la cama para llamarla suena el teléfono de casa. Definitivamente sí pasa algo. Contesto y ha pasado lo peor, mi abuelo Cipri se ha muerto. Lloro, ha sido de repente, un infarto. Sí, tiene 86 años y estaba con catarro, pero nadie lo esperábamos.

Me considero una privilegiada, tengo 34 años y hasta hoy tenía a mis cuatro abuelos. Y mis tres hijos les han conocido. Probablemente Jefa India no se acordará de él y Pequeña India tampoco, pero hay fotos y siempre podrán verles.

Es el primer abuelo que pierdo y las lágrimas se me escapan. Se lo explico a los mayores. Jefe Indio se queda pensativo y me dice:

- ¿Cuántos años tenía?

- 86- contesto yo.

- Mami, ¿Y por qué se muere si aún no tiene 100?

Pues eso mismo me pregunto yo. Jefa India no se entera. Me dice que vale y sigue con lo suyo. Nos vamos al cole. Después me voy con la peque al tanatorio y estoy allí hasta que tengo que ir a recogerles, hacer de tripas corazón y ver a la mediana bailar. Ella, mi estrella, que ilumina este día tan gris.

Pero a mí sólo me viene a la cabeza mi abuelo.

Ese abuelo que nos llevaba al "campiri" a jugar los fines de semana que dormíamos con ellos.

Ese abuelo que tenía dos trabajos, que ha sido un luchador toda la vida.

Ese abuelo que siempre que llegábamos a su casa nos abría diciendo "¿Quién  viene?"

Ese abuelo que cuando llegaban las Navidades nos contaba 1000 veces que los Reyes dejaban sus camellos en el Parking donde trabajaba y que íbamos a ir a verlos.

Ese abuelo taxista, "peseto" como le llamábamos mi hermano y
yo para hacerle rabiar.

Ese abuelo que nos contó por lo menos 1 millón de veces el cuento del "Enano Saltarín".

Ese abuelo al que le encantaba la tecnología aunque no se enterara de nada.

Ese abuelo que disfrutaba tanto el día de Reyes, que nos repetía semanas antes una y otra vez "que nos íbamos a caer de culo con los regalos" o que este año iban a traer "ropa y calzado".

Ese abuelo que le permitía a mi abuela llevar las camas al salón porque a mi hermano y a mí se nos antojaba dormir allí.

Ese abuelo, el del cocodrilo, como decía mi hija esta mañana.

Ese abuelo, que aunque estuviera fatal, siempre decía que era mi abuela la que estaba peor.

Ese abuelo, con el que he comido tantas veces en su mesa camilla, con brasero incluido.

Ese abuelo, que condujo hasta hace dos años, con un par.

Ese abuelo que tenía una risa contagiosa.

Ese abuelo tranquilo, que a todo el mundo gustaba.

Ese abuelo, que me hacía el café cuando iba a verle con los niños.

Ese abuelo, que tenía que salir a buscarnos por el pueblo porque habíamos salido con las bicis y no habíamos vuelto.

Ese abuelo, que se despedía de nosotros por la ventana de su décimo piso.

Ese abuelo,... al que esté donde esté le deseo lo mejor, porque se lo merece, porque ha sido un currante, porque siempre tenía buenas palabras. Porque era MI ABUELO.




4 comentarios:

  1. Entrañable. Es un recuerdo y un reconocimiento que hace que sintamos más si cabe, la pérdida del tío Cipri. Yo también creo que era una BUENA persona. Félix, desde Vitoria

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